Reseña del libro
El Estado es una institución importante en todos los países modernos. También en Chile, el Estado ha sido y es una institución central para la sociedad. Hoy día, al iniciarse el siglo XXI, el Estado chileno cumple roles centrales en la articulación política, la estabilidad macroeconómica, la provisión de bienes públicos y en garantizar el acceso de todos a bienes de mérito, como la salud y la educación.
La creciente movilidad internacional de los capitales plantea un nuevo desafío a nuestras instituciones públicas, pues ha llevado a las naciones a competir en un plano novedoso: Los inversionistas capaces de aportar nuevas tecnologías y mercados evalúan el desempeño de los servicios públicos específicos que afectan su actividad, y lo comparan con el de los Servicios públicos de ubicaciones alternativas en Asia y otras regiones del mundo, Servicio por Servicio. Por su parte, los medios de comunicación distribuyen cada vez más información al ciudadano en cuanto a la calidad del servicio provisto por cada Servicio público local, en comparación al prestado por Servicios análogos de otros Estados del planeta. Ambos procesos han elevado las exigencias y han creado competencia donde antes no la había. Así, explicar por qué algunas burocracias estatales son más efectivas que otras ha pasado a ser un tema que apasiona en todo el mundo. También Chile exhibe hoy una fuerte demanda por incrementar la eficiencia del sector público.
Durante el siglo XX América Latina destinó partes importantes de la burocracia y del presupuesto estatal a alimentar las redes clientelistas de los partidos políticos estructurados como “partidos de máquina”. Ese tipo de partido no actúa, en la práctica, sobre la base de propuestas de políticas públicas, sino intercambiando favores privados, específicamente puestos en la burocracia estatal, eventos comunicacionales favorables, favores regulatorios, favores en la asignación de contratos públicos, y protección de daños propinados por las propias autoridades, por apoyo político y electoral o por recursos económicos para financiar sus campañas electorales. También aplican daños a los partidarios de la oposición. En cambio, cuando los partidos compiten con políticas públicas, los partidos contribuyen a que el desarrollo se canalice por las modalidades más apreciadas por la ciudadanía, lo que incluye una mayor creación de riqueza. A pesar del lastre asociado al estilo clientelista de competir en política, algunos países de América Latina lograron avanzar en el plano económico en diversos grados, y alcanzar ciertos niveles de gobernabilidad.
La tesis que anima a este volumen es que, hoy en día, recaer en ese estilo de gestión estatal implica una pérdida permanente y sostenida de posiciones relativas en el concierto económico internacional. Existen zonas importantes de América Latina que están involucionando en los planos económico y político, mientras otras tambalean. La debilidad institucional de América Latina parece haber permitido a los rivales de Asia emergente llevarse la parte del león de la inversión extranjera a escala mundial de los últimos años. América Latina sólo parece optar hoy día a los inversionistas de alta tolerancia al riesgo político y que son adictos a apuestas macroeconómicas. En cambio, los inversionistas hábiles en apuestas tecnológicas y de mercado, que invierten a largo plazo y están dispuestos a fomentar el desarrollo local, ni siquiera consideran a América Latina entre sus opciones. Por cada 10 libros que se re utilicen, reforestamos 1 árbol, cumpliendo nuestro desafío de reforestación de más de 10.000 nuevos árboles